«The Truman Show» es una película que salió en 1998. En esta película Jim Carrey protagoniza a un hombre que nació encerrado en un domo en Hollywood. Este domo estaba lleno de casas, edificios y paisajes, equipado con miles de cámaras para así poder monitorear la vida de Truman Burbank (protagonista) y hacer un “reality”(show realista) con el personaje. Según la película, la intención del productor de este show era que el mundo entero pudiera ser espectador de la vida de Truman y ver a detalle el comportamiento natural no actuado de un ser humano. Hago mención de esta película porque quiero que simulemos en nuestra imaginación que nosotros somos los que estamos en ese domo y que millones de personas nos están viendo 24 horas al día. En este momento nosotros somos el personaje principal de este show. Todas las personas alrededor del mundo nos están viendo. Esperando a que hagamos algo para poder hacer una de dos cosas, criticar o admirar. Si cometemos un error y hacemos algo mal, quedará registrado para siempre nuestro error y las personas siempre van a poder acordarse de lo malo que hicimos. Si hacemos algo bueno, las personas van a tener no solo la oportunidad de hablar bien acerca de lo que hicimos, sino también imitarlo y seguir el ejemplo. Aunque claro, también pueden imitar lo malo y seguir el mal ejemplo.
Esto es a lo que filipenses 4:8 se refiere con “Todo lo que es de buen nombre”. Si nos vamos al diccionario Strong (del griego antiguo) la palabra usada para “buen nombre” se traduce también como “reputable” (de buena reputación) y proviene de la palabra griega eúfemos. La cual se compone de dos palabras, eu y féme. La primera se traduce como “bien o bueno” y féme se traduce como “fama”, la cual es una palabra muy similar en el español. Por lo tanto esta palabra no solo se puede traducir como “buen nombre”, sino también como “buena fama” o incluso “bueno para admirar”. La versión de esta frase en la Nueva Versión Internacional se lee “todo lo digno de admiración”.
No nos tiene que importar ni afectar lo que los demás piensen y digan acerca de nosotros, pero a la vez es muy importante lo que los demás piensen y digan acerca de nosotros. ¿Por que me estoy contradiciendo? Bueno, hay un punto que quiero resaltar. El que nos importe o no nos importe la opinión pública depende la intención de la misma. Si somos insultados por hacer lo correcto, si la opinión y la crítica de los demás es porque no estamos pensando, diciendo o haciendo lo que ellos quieren. Si este es el caso, no nos debe afectar. Recuerdo que mi madre desde pequeño siempre me ha dicho metafóricamente que uno no debe salir de la casa sin antes untarse de mantequilla (o manteca según su país) en el cuerpo. Para que durante el día nos “resbalen” las críticas e insultos de los demás. La verdad es que el mundo nos va a atacar con palabras e insultos por no seguir su mundana forma de pensar y de actuar.
«A ellos les parece extraño que ustedes ya no corran con ellos en ese mismo desbordamiento de inmoralidad, y por eso los insultan.» 1 Pedro 4:4 (NVI)
Sin embargo, cuando la opinión pública se trata acerca de nuestra forma de hablar y nuestro comportamiento cristiano, ahí sí nos tiene que importar. Y nos tiene que importar mucho. Porque este es nuestro testimonio delante de los hombres, y por este medio muchos podrían llegar a ser salvos.
«Mantengan entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la salvación.» 1 Pedro 2:12 (NVI)
La única manera de que una persona pudiera glorificar a Dios en el día de la salvación es por creer en Jesús. Porque sólo a través de la fe en Jesucristo se puede recibir perdón de pecados para salvación. Por lo tanto este versículo lo que infiere es que nuestro buen comportamiento delante de los incrédulos puede hacerlos reconsiderar el creer en Jesús, incluso después de que nos hayan criticado e insultado. Nuestro testimonio puede implantar en ellos una semilla de fe para que puedan creer. En lo personal, parte de lo que me hizo querer buscar de Dios y su palabra fue la admiración que tenía en la vida cristiana de las personas que me rodeaban. Principalmente de mis padres.
Filipenses 4:8 nos está invitando a pensar en todo lo que es de buen nombre, en todo lo que es digno de admiración, en todo lo reputable o de buena fama. Es importante que filtremos nuestros ideas y consideremos el testimonio que tendría dicha idea si fuera pública. Así que analicemos nuestros pensamientos, palabras y acciones como si fuéramos el protagonista de un show donde miles de cámaras nos exponen a millones de personas que ven nuestro comportamiento y pidamos a Dios la sabiduría para determinar si esos pensamientos son o no son de buen nombre y dignos de admiración. “En todo lo de buen nombre… en esto pensad”.