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Filipenses 4:8 En esto pensad. Parte 4 (todo lo puro)

Jagnós, esa es la palabra para esta siguiente parte del estudio de Filipenses 4:8. Traducida del griego significa “limpio, inocente, perfecto, modesto”.

La biblia dice que somos limpios y perfectos. Sin embargo a todos nos ha pasado que al vernos en el espejo encontramos múltiples imperfecciones. Que el peso, las arrugas, el pelo, las cejas, los dientes o cualquier otro montón de cosas que puede no nos gusten. De la misma manera ocurriría si pudiéramos mirarnos frente a un espejo que pudiera reflejar nuestro corazón. Podríamos encontrar envidia, celos, enojo, pereza, altanería, inmoralidad y quien sabe cuantas imperfecciones más. Sin embargo, no son todas estas cosas las que Dios ve en nosotros.

Como vimos en la parte tres de estas series (Todo lo justo). Dios nos lavó por medio su obra redentora. La sangre de Cristo se derramó para el lavamiento de su iglesia, la cual somos nosotros los que creemos en su obra. Ahora somos limpios, fuimos lavados, ya no hay mancha, ni arruga, ni cosa semejante en nosotros.  ¿Pero cómo, si yo todavía cometo errores que demuestran lo contrario? Bueno, esto es porque la obra de lavamiento fue interna y no externa. Antes nuestro verdadero yo era quien tenía todas esas imperfecciones pero ahora en Cristo, nuestro verdadero yo ya no tiene imperfecciones. Lo que pasa es que nosotros somos espíritus que tenemos un alma y vivimos en un cuerpo. Y es en nuestro espíritu que fuimos perfeccionados cuando creímos en Jesús.

«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.» 2 Corintios 5:17

Somos una nueva criatura. Lo que éramos antes, ya no lo somos. Sin embargo esto a la mente humana le cuesta entenderlo. Como Nicodemo, que no lograba comprender a qué se refería Jesús con nacer de nuevo. Juan 3: 1-15. Pero esto ahora se nos fue revelado por el Espíritu Santo a los creyentes. Si ya creemos en Jesús y aún no comprendemos esto, entonces pidámosle a Dios que nos lo ilumine por medio de su sabiduría. 

¿Que tiene que ver todo esto con la palabra “puro”? Pues la mente y el diablo nos insisten constantemente que somos imperfectos, que somos pecadores, que fallamos, que cometemos los mismo errores una y otra vez. El problema está en que la realidad ya no es esa. Puede que todas esas cosas nos ocurran a diario, pero ya no describen lo que somos y Dios ya no nos ve de esa forma. Él ve el resultado de su obra, el ve nuestro nuevo espíritu renovado. Ahora él nos ve y se goza. Si no fuera así, Jesús no nos podría llamar hermanos y Dios no se atrevería a decir que somos sus hijos. Porque “¿qué tienen en común la justicia con la injusticia? (2 Corintios 6:14)”. Si nuestros pensamientos nos describen a nosotros mismos con negativismo, entonces rechacemos estas ideas de nuestra mente. Más bien declaremos lo que Dios dice acerca de nosotros en su palabra. Esto va a ayudarnos a que esa realidad se vaya siendo notable en nuestras vidas. Tenemos que empezar creyéndolo. 

Otro aspecto importante acerca de la palabra jagnós es la inocencia. También un término muy ligado al estudio anterior a este. Por lo tanto, como su connotación se repite,  es porque es importante. Dios quiere que pensemos con pureza, con inocencia. Sin que la perversión o inmoralidad penetre nuestras mentes.

No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos;» a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza. 1 Timoteo 5:1-2

Pablo, consciente de las tentaciones de la carne,  le recuerda a Timoteo que al acercarse a una jovencita la vea como hermana, con toda pureza. Que mantenga su inocencia y que no tenga pensamientos perversos. Y es que en todas las áreas de nuestra vida se puede presentar la tentación de pensar con malicia. La carne nos va a enviar instintos contaminados a nuestra mente para que perdamos la pureza de nuestros pensamientos. Sin embargo ahora somos una nueva criatura en Cristo Jesús. Por ende, tenemos la habilidad de ignorar los pensamientos impuros y reemplazarlos con los pensamientos de Dios.

«Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.» 1 Corintios 2:16

Tenemos la mente de Cristo. Así que mirémonos a nosotros mismos y a los demás con la mente de Cristo. Veámonos según lo que Dios dice que somos y no según criterios humanos. Eso es ser modesto, y esa es la última palabra de la definición traducida de la palabra jagnós. Seamos modestos en la forma de pensar.   “en todo lo puro… en esto pensad.”

 

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